Sueño
Uno se despierta, y cree volver a una vida, que por unas horas permaneció pendida de un fino hilo, catalépticos nosotros de estados despiertos, como solemos decir. Un poco de luz en los ojos. Molesta. Nos incita a la actividad de las ideas y del cuerpo, éste en un principio demasiado relegado aún a su papel de cavidad mortuoria, inmóvil, pesada y llena de torpezas. Cada vez más luz, menos torpeza, más nitidez, menos ingravidez...más conciencia inmediata. Y muriendo nuestro sueño, nacemos vivos para soñar de otra manera, callendo de nuevo al final del día en un nuevo estado de nueva muerte, o de nueva vida, para soñar de otra forma, como vivos jugando a muertos, muertos resucitando vivos. Tal vez nazcamos y muramos cada día, produciéndonos ese efecto de paso del tiempo, paso implacable e inminente que nos arrastra a nuevas muertes y nuevos nacimientos. Quizás nuestro sueño sea el tic tac de un reloj que establece el tempo y orden de las percepciones de cada individuo , de cada sociedad, de cada cultura. El sueño como comienzo y fin de todo proyecto. Soñemos pues para vivir...
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