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Polar Dreams

Espacio de poesía y prosa.

Friday, November 23, 2007

Romance

Sobre el devenir, sobre el devenir hablaron muchos,algunos más acertadamente que otros. Nacer y morir, no hay cosa más extraña que exista. Sin una no existe la otra, como un apasionado romance. Y nosotros, nosotros vivimos entre él, nos alegramos unos más que otros de él. Ay si yo fuera la muerte!, me vestiría de blanco y sería nacimiento, pero entonces el Nacer, deseoso de romance, acabaría muriendo. Y si fuera Nacer , nacería muerto, para estar más cerca del romance de la vida que nos confiere lamentos. Lamentos que son palpitares de pasión, pasión de amores muertos, de vivas muertas. Y entre toda esta pasión cabe todo, nuevas vidas y nuevas muertes. A veces pienso que el más apasionado es quien no teme renacer, y que tampoco rehuye el morir, porque estando cerca de ambos, sabe que su romance está más vivo que nunca.
Entre tanto llanto y tanta sonrisa, a veces estamos más cerca de nacer, y otras más cerca de morir. Siempre nos identificamos en un romance con una de las partes más que con la otra, o al menos tendemos a ver una de las partes más razonable que la otra, como confiriéndonos protagonismo en la propia historia. Luego la realidad nos habla con otra dulzura, más cercana a lo agrio que a lo delicioso. Lo sentido nos habla con otras palabras más persuasivas.
Quizá el nacer y el morir no sean más que un apasionado romance al que nadie deja indiferente, un amor eterno en donde entre dos pechos inseparables, nació su pródiga hija la Vida, que sólo entiende de romances de vida y muerte.

Monday, November 19, 2007

Tinieblas

Días de luz, de tragicomedia y olor a pastel. Días que gritan vida y que por ello nos reconocemos a veces cadáver. Hay días de luto y fantástica melancolía, de recogimientos solemnes y olor a lluvia, en donde al mirar por la ventana vemos relámpagos de muerte y otoño, de rosas marchitas. Hoy es uno de los que, con bandera propia auguria la bondad de los hombres, de los niños contentos, de los ancianos orgullosos de sus vidas , de palomas alimentando a sus polluelos gracias al juego primitivo de la generosidad de los niños en la frondosa plaza, plaza de confidencias y dolorosas rupturas, plaza de humanidad. Son de esos días que incluso el más cansado de sufrimientos mira por unos instantes con otra óptica, aun sin sentirse conmovido por lo que ve, reconoce, aunque sea sin saberlo, que hay algo de hermoso en lo que le rodea, que lo vuelve más lúgubre si está hundido, o lo vuelve más vivo y está verdaderamente vivo.

Deben de haber lugares específicos que provoquen más que otros este sentimiento. En el fondo nos conmueve, o por contemplar la armonía de lo humano con la naturaleza, o por comprender lo maravilloso de ésta frente a las inmundicias del hombre. Siempre por analogías con el entorno. Me conmueve saber que algo conmueve, y que la muerte debe de ser algun tipo de aniquilación del asombro. Sé que hoy debiera de asombrarme, pero las tinieblas ocultan el sol. Esperaré a que despeje. De momento estoy un poco muerto.

Cada cual

Cada cual a su parcela
de barbechos y hermosos frutales,
de hastíos y recompensas de loto.
Cada cual a su ensueño ambicioso.

Cada cual con su herramienta
que cavando hondo descubre escombros,
labrando duro construye un muro,
de paz o hiel, de amor infiel.

Cada cual con su cielo
al que se implora fe de lluvia,
de nubes de hermosas formas,
de formas de finas curvas.

Cada cual consigo y yo conmigo,
sembrando futuros altivos,
recogiendo pasados malditos,
jugando a ser una espiga de trigo.

Cada cual con su infinito.

La obsesión del poeta

Navega entre palabras ya muertas,
de significados de suela desgastada.
Surca mares de tesoros impíos,
hace de las aguas una escapada.

Explorando visiones de sueños despiertos,
así es como vive en hermosos desiertos,
que haciendo de corazón espada,
se pierde encontrando la nada.

Son nada muy algo, de altivas palabras,
alarde de sentidas emboscadas.
Son las mismas palabras, pintadas con barniz,
las que hacen al poeta para poder dormir.

Y no se duerme sino encuentra nuevos colores,
puede que incluso advierta bellas pasiones.

De su pasión hará su orilla,
de su orilla, su obsesión.

Así el poeta a su condición.